sexta-feira, 15 de junho de 2007


Hermosa, chic, sofisticada. Llama la atención a donde quiera que va. Su apariencia es lo más importante en su vida. Es niña bien, nunca le ha faltado el dinero, nunca ha tenido que sacrificarse por nada, aparentemente lo tiene todo.
Belleza, fama, fortuna. Sin embargo, toda esa aura de perfección se traduce en una exigencia personal de estar siempre por encima de todos. Tiene necesidad de ser la más bella, la más linda, la más chic, la más simpática, la más capaz, la más perfecta, la más todo. Y eso, pesa.
Annie carga todo el tiempo con el peso de su propio rigor. Y entonces lucha deseperadamente cada día para reinventarse a sí misma. Se esfuerza para lograr el look, la actitud, el estado de ánimo. Se actúa. Vive en la pose de sí misma, y no puede aceptar encontrarse ni el más mínimo defecto… aunque los tenga. Es la princesa en su castillito de cristal. Su vida es apariencia de bienestar y de tener todo resuelto, pero su interior no está completo, es fragil. Mucho.

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